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El SEÑOR enviará desde Sion el cetro de tu poder;
domina en medio de tus enemigos.
En el día de tu poder
tu pueblo se te ofrecerá
voluntariamente
en la hermosura de la santidad. Desde el nacimiento de la aurora
tú tienes el rocío de la juventud.
El SEÑOR juró y no se retractará: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.

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